
Toda traducción de una obra literaria es una muralla contra el etnocentrismo. Al igual que la creación, la traducción protege a la humanidad de su propia erosión porque es una garantía de circulación, diálogo y renovación en el espacio y el tiempo. Toda traducción es también, potencialmente, un detonador de deseo, memoria, comparación e imaginación.
Nicole Brossard es una de las poetas quebequenses más reconocidas en la actualidad. Nace en Montréal en 1943 y publica su primer libro de poesía en 1965. Desde entonces, su obra no ha dejado de desplegarse: poesía, novela, ensayo, artículos, recitales, encuentros… Obra de papel y voz, de palpitaciones, amor y cuerpo, que no busca sino aventurarse en el lenguaje para ir hacia lo diferente, con el deseo de sentirlo y entenderlo.
Toda traducción de una obra literaria es una muralla contra el etnocentrismo. Al igual que la creación, la traducción protege a la humanidad de su propia erosión porque es una garantía de circulación, diálogo y renovación en el espacio y el tiempo. Toda traducción es también, potencialmente, un detonador de deseo, memoria, comparación e imaginación.
Traducir es una manera privilegiada de entrar en el universo de la propia lengua y de poder explorarla en todas las direcciones atravesando el paisaje de sus orígenes y sus grandes escenarios históricos: sus regionalismos, su modernidad, sus timideces, su arrogancia, sus grandes enfados y siempre, siempre, el esplendor de sus miles de pequeñas invenciones que, sonrientes o incluso cínicas, proporcionan placer.
En la traducción se da una práctica extrema de ese acto denominado lectura que, seamos sinceros, tiene el poder de estimular y renovar realmente nuestra vida interior.
Idioma
Castellà
Any de publicació
2020
Pàgines
63
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